17/5/17

Columna película: La vida de los otros


En la película se tocan muchos puntos importantes como la violencia, intervencionismo, suicidio y el que termina de definir todo lo anterior: La libertad de expresión.

Estas dos palabras libertad y expresión, es lo que se necesitaba para rescatar una parte de la historia de Alemania de los ’80, y esto lo vemos reflejado en el personaje principal, el escritor Georg Dreyman, cuando intenta salvaguardar sus escritos de la Stasi (Policía política y Agencia de espionaje), quienes interceptaban a todos los que consideraba un peligro para la República Democrática Alemana.

¿Existe el derecho a la libertad de expresión?

Lo que preocupa de la situación, es la necesidad que tiene el gobierno por respetar sus ideales, pero aquel que intente decir lo contrario, ya no cuenta con voz y voto, entonces de esta manera nadie podría intentar defender sus derechos. Relacionando este tema de la censura, con nuestro país, se puede seguir percibiendo un intento de silenciar, colocando como ejemplo, a los periodistas claramente, ya que su derecho más vulnerado es el de informar y por ende, es cuando entendemos la reflexión del director de la película, tocando  los mismos puntos que mencionaba anteriormente:

La violencia, cada vez que los medios difunden noticias con la intención de mostrar un pueblo agobiado por la intolerancia, que muchas veces estos mismos aportan al tema, dando a la gente una imagen aún más violenta de lo que son, y victimizándolos de sus propios hechos sin precedentes.

El intervencionismo, como pan de cada día, cada vez que un personaje político quiere manipular a la ciudadanía, evadir su responsabilidad de hechos que se le imputen, y terminan creando cortinas de humo, entendiendo que es un país sin memoria, y a la larga los colombianos terminamos aceptando.

Pero no sólo ocurre desde la política, los medios de comunicación también se han visto tocados por esto, o perfectamente podemos citar la época de los noventa y su alta tasa de suicidios, homicidios y exilios –como otra forma de privar la libertad- a todos aquellos periodistas que intervinieron por la lucha contra la guerra.

Si se considera todo esto, en pleno siglo XXI, por qué permitimos que se vulneren nuestros derechos, cuándo vamos a respetar al otro, y hasta dónde tenemos que llegar para seguir con vida, aunque suene excesivo, si continuamos en una guerra en donde el vivo vive del bobo, y olvidamos que cada persona se merece un trato igualitario, pues  tiene permitido pensar, decir y actuar. Por eso invitaría a todo aquel que desee expresar su opinión, en especial a todo aquel que ejerce el oficio de escribir a que no tache más sus palabras y brinde información con el deber de decir la verdad y el derecho a ser escuchada.