“La
importancia de morir a tiempo”,
es un despertar, -así lo quise definir-, ya que hay muchos mundos entre
nosotros, con esto me refiero a que cada persona está viviendo y construyendo
un mundo, y que todos esperamos convertirnos en ese mundo. Mendoza, al
final de cada historia, deja como un desconcierto en lo más profundo de uno,
pues nos queda ese desenlace en pregunta o a manera de enseñanza, sobre si
nuestro actuar nos lleva al final de lo que deseamos, o en otros casos,
nos invita a entender, el por qué muchas veces morimos, en el
sentido de que llegamos a morir cuándo olvidamos quienes somos, perdemos a un
ser querido, cuando reaccionamos a tiempo, y despertamos de algún problema
sin darnos cuenta que nos encerraba.
Otro punto
que relaciona mucho el autor, es el cómo vivimos nuestros tiempos, en pleno
silgo XXI; muchos creen y se dejan convencer por lo que ven en la televisión;
otros más curiosos, ojean a través de su entorno, y se preparan para ello,
leyendo, indagando o investigando. El Internet, por ejemplo, es otro fenómeno,
que cada vez más nos consume. Una generación que olvida de puertas a fuera lo
que sucede, pero de puertas a dentro, es decir, en su propio mundo, conoce
todo. Y es así, incluso se vanagloria de sus triunfos, y muchas veces olvida -o
olvidamos-, lo que somos por estar creando una imagen perfecta. Por
ejemplo, lo podemos observar en las redes sociales más que todo.
Pero,
también abre un poco la mente, refiriéndose a temas llamados: Diferentes,
inexistentes, imaginarios o poco realistas; personajes que han vivido hechos paranormales
o personajes predicando eventos apocalípticos; lo que inmediatamente te lleva a
cuestionar, si el mundo como lo conocemos, es fiel a lo que realmente
es. Pero no adelanto nada en específico, porque quiero que ustedes mismos
se encuentren de frente con el autor; por mi parte, yo sigo algo escéptica pero
estoy de acuerdo en muchos temas que se involucran con el existencialismo.
Finalmente
“La importancia de morir a tiempo”, es un libro para leer un domingo, donde
todos tenemos momentos para reflexionar y despejar nuestra mente del bullicio y
de la cotidianidad; por eso invito a todo el mundo, sin distinciones de edad,
ni sexo, ni clase social entre otros, a que se sumerja en la obra de Mario Mendoza, y se cuestione cada cuento que
lea, y no le de miedo observar más allá de sus cuatro paredes, no le de miedo
mostrarse ingenuo, y aún más importante, atreverse a verse a
sí mismo, comparando muchas de las pequeñas historias del autor con
las suyas.